Tuesday, May 23, 2006

De Huechuraba a Puente alto

La radio destella cumbieramenrte en esta lata amarilla de sardina numero 427, chillando a cada frenada con un agudo filo cortando a tajos el sueño merecido de los trabajadores dormitando con el tremolar del vidrio bajo sus rostros agotados.
Uno que otro simulador cantante, desentona el bramido del motor a petróleo.
Instalado estoy en las escalas de bajada, acuchillado por el frío presionado a través de la rendija de la puerta averiada.
Luces,
parejas,
perros y
Palomas, se dibujan por el cristal y se marchan al instante.
Comienza ya a rebalsares esta lata de abultadas mochilas de mesclilla, cacerolas y una que otra herramienta en sus interiores.
Esos extraños rostros descompensados evitándose las miradas con miradas de "puta madre".
Lanzando desde mi asiento escalera una mirada a las nucas que sobresalen con la frente baja, aquellos cansados hombres que caen tentados por el cansancio,....
Y un suacate
que comienza la hora del zoológico... silbidos, gritos y zapateos
"yapo gueonò" se le caen desde las bocas, las mismísimas que comen pan...
mmm... no dormiré devuelta a casa.

5 comments:

Interdicto said...

Una micro es un micro mundo

como es abajo es arriba dice el kybalion

mirando abajo veo arriba....

puta madre.


Pd: Carlitro siento mucho no haberme despedido. Tenia a mi vecino golpeandome la puerta por acusarme de hacer sonidos desconocidos para mi.

Fue extraño .

Carlos Palomo said...

asi es, un micro mundo. hasta un rancho llega a parecer.
no te preocupes, el confrontarse con los vecinos por ruidos.... ¿raros y desconocidos para ti?
segun yo podria ser un fantasma que hace diabluras... jajajaja mmm no creo que sea eso.

saludos

Nosferrata said...

realmente prefiro las micro que el metro.... quizas por el olor??... quizas.....

Carlos Palomo said...
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Teobaldo Mercado said...

En verdad ir en microbús hoy en día es como un pequeño circo, que reúne todo lo que uno pueda encontrar en la ciudad, una suerte de microcosmos urbano con su propio microclima que deambula por las calles. Luego, al bajar, volvemos al otro circo, el cotidiano.