Wednesday, October 12, 2005

DELIRIOS DE UN CONDENADO


Delirando sobre un lecho
La fiebre trazaba
Duendes y lloronas en la habitación pálida
Donde yo, bomitando y tosiendo mariposas negras
Empuñaba mis manos ensangrentadas
Mientras que las estrellas
Resfalandose caían al piso de mi cueva.
La seducción de una mujer
Florecía en la ausencia de su capucha negra
Por mis manos desnudada
No alcanzó a pronunciar un "Té Amo"
Cuando su voz huyó en un gemido despiadado
Destrozando lagrima alguna
Sobre los azulejos de un templo condenado.
Querida
La cruz tallada se nos vino encima.

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