YA SOY PARTE DE ELLOS

Tratare de ser lo más consecuente con todo lo que sucedió, no un día cualquiera ya que todos son diferentes. Un acto se llevaba a cabo con gente muy heterogéna a una simple lanzada de mirada. Muchos colores tras el lente de mi cámara fotográfica, que captaba momentos para inmortalizarlos en un papel, esa, era mi labor en todo este acto en una escuela celebrando algo bajo los cabellos dorados del sol. Saludé a María Teresa y a Evelin, el flash disparaba en los precisos momentos cuando la banda de guerra desfilaba a bombo caja y trompetadas, erizando los bellos de la disciplina y levantando el polvo de un camino abrasado por el pasto. Se honraban con la presencia de uniformados y otras autoridades casi desconocidas. Fue luego de toda esta parafernalia de recibimiento, cuando unos ojos sombríos hablaban de soledad y tristeza. Era Panchita, una niña que apenas sus pies comenzaban a sostener su pequeño cuerpo adornado por un vestido oscuro, y el cabello duenzado despejaba su rostro pálido en sequía, contrastado violentamente con sus negros ojos, que me observaban desde abajo con una curiosidad tan pura que desnudaba su alma. Se magnetizaron nuestros ojos, no sonreía Panchita solo ahogaba mi retina en el mar negro de su pupila. Lentamente llevé mi cámara entre mis manos para enfocar aquel sentimiento que aullaba mudo a través de ella. Cuando regulaba el lente la sorpresa me golpeó al escuchar su delicada voz navegando sobre un fino hilo: "Siempre es lo mismo, he servido para los demás desde las sombras, se han llevado parte de mí para saciar sus sedes... estoy ya en ellos". Mis ojos se abrieron agolpándose desde un sueño sobre mi lecho tomé un cuaderno e inmortalizè lo sucedido.